El crash de la información o de cómo se manipula la sociedad mediante la desinformación


Max Otte en su libro «El crash de la información» hace un detallado análisis de uno de los principales problemas de nuestra sociedad que está contribuyendo a generar una crisis mucho más profunda que la económica: la desinformación. Su tesis de partida es que no vivimos en una sociedad de la información sino en una sociedad de la desinformación:

«Aunque se hable mucho de la «sociedad de la información”, nuestra economía se ha convertido desde hace tiempo en una “economía de la desinformación”. En general, el concepto “sociedad de la información” alude únicamente a la penetración en todos los terrenos de la producción y de la vida de las llamadas “nuevas tecnologías”, esto es, la producción basada en los ordenadores, las comunicaciones digitales y las interacciones altamente tecnificadas; pero todos entendemos la palabrita “información” también en el sentido de unos mensajes, unas noticias, una ilustración y unos testimonios veraces.»

Este enunciado que pudiera parecer gratuito es una realidad que todos podemos constatar realizando un simple ejercicio: mirando a nuestro alrededor, leyendo con una mirada crítica la prensa o viendo la televisión. La cuestión es ¿estamos realmente informados o la sobreabundancia de información nos impide ver la realidad? Todos sabemos que el exceso de información genera ruido, sin embargo cada vez más estamos embarcados en la dinámica del ruido  sin ser conscientes, como la trucha del poema de Schubart que Otte pone como ejemplo, o aceptándola con resignación.

En un claro arroyuelo,
nadaba alegremente
la trucha juguetona,
veloz como una flecha.
Yo veía desde la orilla
sentado tranquilamente;
el baño del vivaz pececillo
en el claro arroyuelo,

Un pescador con su caña
se colocó en la orilla,
y miró a sangre fría,
los zigzagueos del pececillo.
Mientras el agua siga clara,
y no se enturbie, pensé,
no podrá coger a la trucha
con su anzuelo.

Finalmente el ladrón se cansó de esperar.
El pérfido, enturbió
las aguas del arroyuelo
y antes de que me diera cuenta,
la caña dio una sacudida
y el pececillo quedo atrapado.
Y yo, con la sangre alterada,
miré a la presa engañada.

El problema no solo reside en las noticias de los medios de información, cuya manipulación es más y más evidente, sino que ocupa todas las facetas de nuestras actividades. ¿Somos capaces de tomar decisiones independientes o las campañas de comunicación nos generan más dudas racionales y al final nos guiamos por impulsos puramente emocionales? Pero lo grave es ¿por qué nos sentimos bien en nuestra ignorancia informada?

Max Otte detalla como la desinformación se ha instalado en todos los ámbitos de nuestra sociedad, en gran parte impulsado por las Administraciones (regionales, nacionales, europeas y mundiales) que han favorecido una normativa que si bien en un principio parecía enfocada a la protección de los ciudadanos, al final se ha convertido en las aguas turbias que confunden para beneficio de unos pocos porque las corporaciones son más poderosas que los Estados e imponen su ley. Para ello utiliza ejemplos que abarcan desde a la información económica de los bancos, tanto de los productos como de sus balances, hasta la información alimentaria.

Por eso, defiende Estados fuertes que no se tengan que supeditar a los deseos de las grandes corporaciones y que legislen pensando realmente en sus ciudadanos. De lo contrario volvermos a un sistema feudal.

Al final de su libro da unas recomendaciones para reaccionar frente a la desinformación, de las que recojo algunas que me parecen fundamentales:

– Construir redes, pero atinadas
– Fortalecer la formación humanística y el conocimiento de la historia
– Libros como medios de información
– Selección de las noticias
– Vuélvase ilocalizable

Para finalizar un vídeo muy didáctico de «The Story of Stuff Project», recomendado por nuestra amiga María Cornejo. Si accedéis al canal en youtube Story of Stuff Project, podéis ver otros muy interesantes.

Deja un comentario

Archivado bajo Comunicación, Economía, Sociología, Uncategorized

Deja un comentario